Nieves Alza ha dedicado 42 de sus 54 años de vida al deporte que más ama, el baloncesto. Hasta hace poco fue la presidenta de Txingudi Saskibaloi Elkartea y ahora disfruta, de una forma más relajada, de "trabajar con las niñas, que es algo que me encanta", confiesa
Itxaso Moreno
Nieves Alza ha compaginado durante años trabajo, familia y deporte y ha sido una firme defensora del deporte femenino en la comarca y también fuera de ella. Fue una de las artífices de que se firmara para el baloncesto el primer convenio colectivo femenino y presidió la asociación de clubes de la Liga Femenina. Su tesón y su trabajo incansable la han hecho merecedora de numerosos reconocimientos, entre los que está la insignia de oro de Hondarribia, que recibió en el año 1998.
El miércoles, Hondarribia-Irun y Tarbes disputaron el Memorial Tate Sáez. ¿Qué recuerdo guarda de la malograda jugadora irundarra?
Tate era una jugadora de casa y una persona muy querida por todos en el club. Hace ya algunos años de su muerte, casi en plenas fiestas de Irun, supuso un mazazo fuerte. Por eso, al tradicional torneo que organizábamos para fiestas de Hondarribia le pusimos su nombre hace ya once años, porque queríamos que las jóvenes del club supieran quién fue Tate y su figura deportiva y humana.
Hace unos meses que dejó la presidencia del club. ¿Trabaja y vive ahora de forma más relajada?
Me encargo de muchas cosas todavía, en todo aquello que me pidan estoy dispuesta a echar una mano. Pero ahora más que nada mi labor es llevar la escuela de baloncesto. Era algo que llevábamos años queriendo montar en serio, y por fin, echó a andar la temporada pasada. En este momento tenemos 155 niñas. Me encargo de entrenarlas tanto en Irun como en Hondarribia, tres días a la semana, y soy muy feliz ejerciendo esta labor de formación.
¿Qué valoración hace del primer año de funcionamiento de la escuela?
Ha sido todo un éxito. La verdad es que el 90% de las niñas del año pasado repiten y ya se han apuntado como una docena de niñas nuevas. Se lo pasan muy bien, se trata de divertirse con un balón de baloncesto en la mano. Oficialmente se pueden apuntar niñas a partir de los nueve años. Pero queremos que toda niña que quiera aprender venga a la escuela y aprenda a jugar, a amar este deporte, y luego que compita en sus centros escolares, ya que nosotros no tenemos competición.
¿Por qué existía esta necesidad?
Antes la niñas entraban al club al pasar de la categoría infantil a cadete, pero veíamos que había muchas carencias, ya que en el colegio van cambiando de deportes y no llegaban a aprender las reglas.
¿Esta escuela es la garantía para que continúe la tradición que el baloncesto tiene en la comarca?
Sí, la verdad es que sí. A mí me han hablado de que en el año 1958 ya había un grupo de mujeres de Hondarribia y de Irun que jugaban al baloncesto y hay constancia de ello al menos desde el año 1963. Hay algo que me hace mucha ilusión, que es ver que en el club tenemos a nietas de aquellas primeras jugadoras.
¿Qué es para usted el baloncesto?
Nací en una familia amante del deporte y me apunté al baloncesto cuando una monja de mi colegio se empeñó en montar un equipo. Desde entonces, hasta hoy, ha sido mi vida, con un club que es como un hijo para mí y para mi marido. Sería una pena que todo lo que se ha conseguido se perdiera, por eso trabajo ahora, motivando a las niñas en la escuela.